Aquella casa olvidada en la playa. A la que nadie osa acercarse por las escalofriantes voces que en ella moran y dicen despertar a la caida del sol...
Aunque la hiedra del bosque encumbre nuestro cuerpo la luz que habita en el interior de nuestra privada cueva seguirá ilusionando al niño o la niña que aún seguimos siendo. Bienvenida/o al laberinto.